viernes, 20 de marzo de 2020

Argentina y Brasil



Cataratas de Iguazú.

Localizadas entre Brasil y Argentina, las Cataratas del Iguazú están formadas por 275 saltos de agua de hasta 80 metros de altura que componen uno de los mayores espectáculos de la naturaleza. 




El lado argentino comprende el 80% del territorio de las cataratas y es uno de los más apreciados, aunque su vecino brasileño no tiene nada que envidiar.

El mejor punto de partida para visitar el lado argentino es Puerto Iguazú, una agradable localidad situada a 23 kilómetros de las cataratas.

  • Paseo en barco: Una de las actividades más impresionantes consiste en un paseo en barco por el Río Iguazú, en el cual el barco se introduce bajo algunas de las imponentes cascadas para refrescar a los visitantes.
  • Garganta del Diablo: El salto con mayor caudal y altura compone un majestuoso espectáculo que se puede contemplar a escasos metros de distancia.
  • Coatíes: El parque está repleto de estos divertidos animales, que suelen reunirse junto a los bares y restaurantes para tratar de robar a los visitantes desprevenidos.
  • Paseos bajo la luna llena: Cada vez que hay luna llena las cataratas adquieren un brillo especial y durante 5 días al mes algunos privilegiados pueden disfrutar de las visitas nocturnas.

Con sólo el 20% de las cataratas en su territorio, el lado brasileño ofrece vistas tan impresionantes como las del lado argentino gracias a la naturaleza salvaje que envuelve a las aguas turbulentas.

El punto de partida para conocer el lado brasileño es Foz de Iguazú, localidad fronteriza entre Brasil, Paraguay y Argentina.

  • Paseo en helicóptero: Sobrevolar las carataras es una experiencia única, especialmente para aquellos que nunca hayan montado en helicóptero. De todos modos, siendo objetivos, la mejor forma de ver y "sentir" las cataratas, es desde el barco.
  • Paseo en barco: Al igual que en el lado argentino, es posible realizar un paseo para contemplar la inmensidad de las cascadas aún más de cerca.
  • Safari: Un recorrido a través del parque en compañía de uno de los guías es la forma ideal de conocer a los animales que se esconden entre la frondosa vegetación.
Lo primero que llega de las cataratas es el sonido, incluso mucho antes de que puedan verse. Hay un momento en que se oye un murmullo, un batir sordo que poco a poco se va haciendo más fuerte. Al caminar por un sendero que culebrea por el bosque, denso y húmedo, es fácil creer que ese ruido que surge del fondo de la tierra es un aullido o un rugido inmenso e interminable. Uno siente que se adentra en un lugar salvaje y poderoso. Y si no supiera que es el ruido del río Iguazú al precipitarse al vacío, tal vez dieran ganas de correr en sentido opuesto.


Pero nos acercamos a uno de los espectáculos más formidables de la naturaleza: la catarata más ancha del mundo. El Iguazú, que marcha lentamente, con aguas oscuras de limo, se ensancha de repente y se desploma vertiginosamente por un precipicio de más de tres kilómetros de anchura. No hay nada igual en todo el planeta. Es un tópico compararlas con las del Niágara, pero es algo que además no tiene sentido: son una vez y media más grandes en altura y las cuadriplican en anchura.

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